La seductora Angelina Barini, la 'escort' que se convirtió en asesina en serie | El Comercio

2022-05-14 03:58:02 By : Ms. Abby Zhang

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Angelina Barini asegura en sus redes sociales que estudió en la Universidad de la Vida / Facebook

Tan atractiva como letal. Tentadora y embaucadora a partes iguales. La seductora Angelina Barini, 'escort' de 43 años, daba placer en Nueva York a cambio de dinero hasta que se convirtió en una asesina en serie. El tribunal federal de Brooklyn la ha condenado esta semana a 30 años de cárcel tras considerar probado que mató de sobredosis a cuatro clientes en apenas dos meses. Pasará la mayor parte de lo que le queda de vida entre rejas.

La'femme fatale' se valía de un cóctel de drogas para sesgar el futuro de sus acompañantes. Con una mezcla de Gbl y fentanilo noqueaba su consciencia para hacerse con su dinero. «Drogó y mató a varias personas por unos pocos dólares rápidos», detalló el fiscal federal Breon Peace. «El escandaloso desprecio por la vida humana» de la mujer justifica lo elevado de la pena.

Barini, de origen ítalo-canadiense, se reunía con sus víctimas en moteles, donde les proporcionaba una droga usada habitualmente por los depredadores sexuales para cometer violaciones, ya que priva del juicio y la consciencia. A ela la le interesaba para desplumarles.

El 4 de julio de 2019, se vio con su primera víctima conocida en un motel en Astoria. Le facilitó drogas con fentanilo, según recogen los documentos judiciales. El cadáver fue hallado horas después. Esa misma semana volvió a matar. El 11 de julio acababa en una habitación de Woodside con la vida de otro cliente.

Un hombre de 60 años fue el siguiente en morir a sus manos. El 5 de agosto se encontraron en College Point. De nuevo, muerte por sobredosis. Ya convertida en asesina en serie, le llegó el turno a última de sus víctimas, la única de la que ha trascendido la identidad.

Andrea Zamperoni, jefe de cocina del restaurante Cipriani, dejó de existir el 18 de agosto de 2019 a los 33 años. Su cuerpo fue localizado en un cubo de basura, envuelto en sábanas, tres días después por la Policía, que le buscaba tras recibir una denuncia por su desaparición.

Los agentes llamaron a la puerta de la habitación del alojamiento Kamway Lodge, ubicado en el barrio de Elmhurst, en Queens. Barini abrió la puerta y la cerró rápidamente. El olor a cadáver, mezclado con el de incienso quemado llamó su atención. La interrogaron. Mientras lo hacían, se fijaron en un cubo de basura. Parecía contener ropa sucia de cama, pero sobresalía un pie humano desnudo.

En la estancia había botellas de lejía, con la que había mojado varias toallas, aparatos electrónicos, una sierra eléctrica y una maleta vacía. Además, móviles, una pipa de vidrio comúnmente utilizada para fumar drogas y una tarjeta de crédito American Express a nombre del fallecido.

Barini confesó a las autoridades que había conocido al italiano tres días antes y él le había pagado por tener su sexo. Según su versión, simplemente no se despertó. Sangraba por la nariz y la boca y su proxeneta no le permitió llamar a las autoridades. Sus 'asociados' en el negocio habían estado en la habitación sopesando si cortar el cuerpo.

«Mostrando un completo desprecio por la vida humana, Barini vendió drogas con fentanilo a sus víctimas que trágicamente perdieron la vida a subidones temporales ... Este caso es un doloroso recordatorio de que hay personas que se aprovechan de los adictos, convirtiendo los cócteles mortales en ganancias rápidas», explicó el agente especial Ricky Patel.

Durante el proceso, se declaró culpable de distribuir fentanilo a varios hombres y GBL a Zemperoni. Su historia, más allá de las etiquetas, es la de una mujer con problemas familiares de base y adicción a las drogas. El juez se refiere a ambas circunstancias, pero concluye que no hay carencia en la crianza ni dependencia que atenúe sus acciones.

Durante la lectura de su condena, Barini lloraba. Su hermana mayor recurrirá una condena «demasiado dura». «Lo que sucedió estuvo mal, pero las víctimas se pusieron allí», defiende. Ella también dicta su propia sentencia sobre los muertos: «No eran santos. Fueron con ella. Querían salir de fiesta y querían drogarse con ella y tener relaciones sexuales. No les puso una pistola en la cabeza para obligarles a acompañarla».