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Si el aceite que tiene en su despensa no es de oliva virgen extra, no lo tire. La comida no se desperdicia. Pero comprométase, por su salud, a que sea la última botella que utiliza. Una nueva investigación ha descubierto otra ventaja añadida a la más natural, deliciosa y codiciada de las grasas con que cocinamos en la cuenca mediterránea. El consumo durante el embarazo del aceite de primera calidad aumenta el nivel de antioxidantes en el bebé, refuerza su sistema de defensas durante la lactancia y, además, lo protege frente a enfermedades para el resto de su vida. Desde luego que unos padres no pueden pedir más para sus hijos.
A la médico Ana Tellería, de la Unidad Asistencial de Dietética y Nutrición del centro IMQ Zurriola, no le sorprende la noticia, pero pone por delante una lógica advertencia. «La salud de una persona no depende del consumo de un único producto, sino de una forma de cuidarse, que ha de incluir en el menú la práctica rutinaria de ejercicio físico». Dicho esto, qué otra cosa podría esperarse del zumo de las aceitunas de calidad superior. «Sabemos desde hace tiempo que la alimentación de los padres, tanto la de ellas como la de ellos, impacta en la salud del bebé. ¡Es lógico! La calidad de óvulos y espermatozoides también depende de la dieta y el estilo de vida de los progenitores», concluye.
El último estudio que ensalza el aceite de oliva virgen extra o AOVE, lleva la firma de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona. El trabajo, realizado en ratas y publicado en la revista 'Food Chemistry', recuerda que la leche materna representa la mejor fuente de nutrición para los lactantes. Lo es porque contiene tanto nutrientes esenciales como componentes bioactivos (hormonas, anticuerpos, células madre, microorganismos).
Aporta además múltiples beneficios a corto y largo plazo para la madre y para el lactante, porque contribuye a reducir la incidencia de infecciones y el riesgo de padecer en el futuro enfermedades metabólicas. Ahora se sabe más: los compuestos fenólicos de la principal fuente de grasa de la dieta mediterránea pueden estar presentes en la leche materna y disponibles para los lactantes.
Esos compuestos fenólicos, que dan aroma, sabor y color, son antioxidantes naturales que están presentes en el AOVE, como en otras frutas y vegetales. Hay clasificados unos 10.000 y son los que favorecen la mejor salud del bebé a través de la alimentación de la madre, desde el útero hasta el final de sus días.
La lista de virtudes de los compuestos fenólicos o polifenoles es alargada.
1. Protegen frente a las enfermedades vasculares. Su alto potencial antienvejecimiento evitan que el mal llamado colesterol malo, el LDL, lo sea. El LDL, una sustancia necesaria para el organismo, se convierte en un enemigo de la salud cuando se oxida y se acumula en las arterias.
2. Alto poder anticoagulante. Ayuda a aumentar las partículas de 'colesterol bueno' (para entendernos), el HDL, y reduce 'el malo'. Equilibra las grasas y confiere, por tanto, una alta capacidad antitrombótica.
4. Rebajan la presión arterial. Esto está en estudio ahora, pero todo apunta a que también reduce la hipertensión.
Si compra otro aceite que no sea oliva virgen extra «perderá dinero y salud». En crudo, para las ensaladas, fantástico.Para cocinar, también. Cuanta menos graduación tenga, un grado como máximo, mejor. Téngalo en cuenta.