Tensión ocular alta, la peligrosa señal del glaucoma

2022-09-09 21:28:50 By : Ms. Rum Song

Un hombre con gafas. | ©Pixabay.

La hipertensión nunca deja de ser un asunto más que serio, pero no siempre le prestamos la misma atención. De hecho, conceptos como tensión ocular es bastante posible que nos suenen a chino hasta que es demasiado tarde y recurrimos alarmados al oftalmólogo.

No es solo culpa nuestra, pues la tensión ocular alta suele pasar desapercibida en los primeros estadios, momento en que no reparamos en ella hasta que cierta sintomatología hace acto de aparición.

Mientras tanto, nuestros ojos no solían haber dado este tipo de molestias asociadas a la hipertensión ocular. Sin embargo, este mal que empieza a aparecer con más frecuencia a partir de los 50 años, sobre todo en personas diabéticas o con miopías magnas, puede acabar desembocando en el temido glaucoma.

En sus primeros compases, la hipertensión ocular impide que la parte anterior del ojo no drene líquido de forma correcta. Esto eleva la presión ocular, que a la larga si se mantiene elevada puede dañar el nervio óptico, causando glaucoma y pérdida de visión. Aún así conviene separar hipertensión ocular de glaucoma, pues no son lo mismo, aunque es cierto que las personas con la primera son susceptibles de desarrollar la segunda.

Por desgracia, la hipertensión ocular no tiene signos o sintomatología que apunten directamente a su aparición. Además, es muy común que en ciertos episodios de estrés se produzcan situaciones que eleven la tensión ocular, pudiendo pasar desapercibidos otros síntomas que puedan guardar relación.

Para entender el concepto de tensión ocular hay que presentar a un componente fundamental de nuestros ojos: el humor acuoso, un líquido transparente que fluye en esa parte anterior del ojo y que se encarga de nutrir las partes que no tienen aporte sanguíneo (como la córnea y el cristalino) y mantener el globo ocular inflado.

En ese continuo fluir, el ojo drena al mismo nivel este humor acuoso, pero si no se produce este drenado, la presión aumenta y es el momento que aparece la tensión ocular alta. Cuando sucede, el riesgo de que produzca glaucoma aumenta pues la presión alta genera un daño al nervio óptico y este, a su vez, supondría la pérdida de visión.

Como es plausible, igual que en otras muchas enfermedades, hay ciertos patrones que convierten a ciertos grupos de población y personas en susceptibles de tener una tensión ocular elevada.

Entre los ejemplos más habituales podemos citar a las personas con antecedentes familiares (tanto de hipertensión ocular como de glaucoma), a los mayores de 60 años, a las personas con miopías (e hipermetropías) magnas, a población afroamericana y asiática, y también a ciertas personas que hayan estado sometidas de manera continua a ciertos medicamentos.

Entre los más habituales están los que utilizaran esteroides a menudo, en diabéticos, en aquellos pacientes con ángulo ocular estrecho o también en personas que hayan sufrido ciertas lesiones en los ojos.

Cuando es demasiado tarde y el glaucoma empieza a manifestarse (es la tercera causa de ceguera más importante del mundo), la sintomatología no falla. Entre los ejemplos más comunes de la patología, con una pérdida de visión irreversible, se encuentran los siguientes:

Entre las malas noticias que sacuden a la hipertensión ocular hay que explicar que no se conocen causas concretas que produzcan este incremento, aunque cierta literatura médica avala que el estrés oxidativo podría estar detrás de este problema. Para ello es conveniente llevar una dieta lo más saludable posible, evitar el consumo excesivo de productos que eleven la tensión arterial y también reducir el consumo de alcohol y tabaco.

Cuando empecemos a notar que, sin motivo aparente, surge dolor de ojos y de cabeza o una pérdida gradual de visión en ambos ojos pueden ser señales de hipertensión ocular. También la visión borrosa, los ojos rojos o incluso náuseas, debido a ese incremento del dolor de cabeza y diversas cefalalgias.

Por fortuna, a través de pruebas rutinarias para conocer los niveles normales de PIO (presión intraocular alta) se puede mantener a raya esta tensión ocular que, además, se puede trata médica y quirúrgicamente si la situación lo requiere.

En los primeros estadios se suele buscar una mejora del paso del humor acuoso, para facilitar ese drenado, para lo cual se recetan y pautan el uso de colirios mióticos. En ocasiones también sucede que debe reducirse la cantidad de líquido que se produce, en esas ocasiones lo que se suele pautar es el uso de gotas betabloqueantes o inhibidores de la anhidrasa carbónica.

En casos más exacerbados donde se necesite una reducción del humor acuoso de forma más constante, debido a esa incapacidad natural del drenado, el oftalmólogo puede recurrir a la toma de estos inhibidores de la anhidrasa carbónica de forma oral. También se puede llegar al caso de necesitar ciertas cirugías, que pueden ser a través de láser (la trabeculoplastia) o con otros métodos quirúrgicos como la esclerectomía profunda no perforante,

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